miércoles, 12 de noviembre de 2008

La Invasion de "La Ciudad de Dios"

La Invasión de los Terrenos de Atocongo “La Ciudad de Dios” en Lima, 1954- 1955

INTRODUCCION:

Las migraciones del campo a la ciudad, son uno de los sucesos más importantes dentro de la historia de nuestro país, porque significaron el cambio abrupto de algunas ciudades, principalmente “Lima”. A partir de dichas migraciones el escenario urbano vio nacer nuevas formas de asentamiento humano. Una pregunta que podría hacerse es: ¿cuales fueron las causas que motivaron estas migraciones? Guido Chang Granda menciona en el diario La Prensa del 8 de julio de 1973 lo siguiente:

“…el problema de los desplazamientos humanos de las zonas rurales hacia las ciudades, tiene varias causas; pero entre las principales se encuentran la búsqueda de mejores niveles de vida, la desocupación en el medio agropecuario y la presión demográfica (…) Este abandono del medio rural tiene como principales partidarios a millares de jóvenes que van hacia las grandes ciudades con la natural búsqueda de la superación, tal vez porque en su propio medio no lo pueden encontrar…” (Chang, 1973: 16)

Ahora bien, algunos estudios proponen etapas de la evolución demográfica de Lima. Así el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) propone que:

“…el crecimiento físico de Lima desde 1940 hasta nuestros días puede dividirse en 3 grandes etapas (…) relacionadas con los cambios habidos en el país en el transcurso de estos años: La primera constituye un periodo que va desde 1940 hasta 1954, en el que Lima llega a ocupar (…) un triangulo determinado por el cono de deyección del rió Rímac (…) la segunda etapa abarca desde 1955, año de la invasión de Ciudad de Dios, hasta 1970; que es la época en que se desarrollan masivamente las grandes barriadas y lima rompe los limites del triángulo anterior…” (DESCO, 1978: 9, 10)

Dentro de dicha división, la que merecerá nuestra atención será la de 1955, aunque debemos aclarar que fue el 24 de diciembre de 1954 en que se produjo la invasión de Ciudad de Dios.

LA INVASIÓN DE LOS TERRENOS DE ATOCONGO

La noche del viernes 24 de diciembre de 1954 mientras muchos celebraban la fiesta de la navidad, una gran cantidad de personas invadieron las Pampas de San Juan, ubicados en los terrenos de Atocongo. Cuatro días después, Pedro F. Cortázar, escribe en el diario La Prensa del día martes 28 de ese mes lo siguiente:

“…ha surgido en Lima una nueva ciudad clandestina, con cerca de 3,000 viviendas rudimentarias hechas de esteras y palos, y con más de 8,000 habitantes .Esta pintoresca ciudad que fue levantada en una sola noche, la noche de Navidad, ha sido bautizada por sus fundadores como el nombre de “Ciudad de Dios”, porque “nació en la misma noche en la que nació el Señor”…” (Cortázar, 1954: 1)


Esta invasión causo gran impresión en aquellas personas que vivían en los alrededores del lugar, quienes presenciaron un cambio tan drástico como intempestivo. Cortázar continúa en el mismo número del diario La Prensa mencionando:
“…los viajeros que acostumbraban pasar todos lo días por el kilómetro 16 de la carretera a Atocongo, se quedaron atónitos el día de pascua, al contemplar, sin querer dar crédito a sus ojos, como había surgido de improviso en el desierto un enjambre de viviendas alrededor de las cuales se notaba una febril actividad de centenares de personas…” (Cortázar, 1954: 1)

El conjunto de personas que se instalo en las Pampas de San Juan estuvo integrado de hombres, mujeres y niños, quienes portaban todos sus enseres los cuales eran trasportados en camiones, carretas, bicicletas y a pie. Entre los oficios o actividades que tendrán los pobladores de “La Ciudad de Dios” podemos mencionar: obreros, vendedores ambulantes, hoteleros, ladrilleros, autobuseros, areneros del sur, trabajadores de la Parada, entre otros.

Cabe señalar que la invasión se diferencia de otras ocurridas en Lima (en palabras de los dirigentes de la invasión), por que presento una organización preparada por los miembros de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General [1]” que fue fundada el 4 de abril de 1954. Esta asociación fue la que estuvo a cargo de enviar solicitudes al gobierno para acceder a dichas tierras en concesión. Al respecto se menciona en el diario La Prensa del día jueves 30 de diciembre de 1954 lo siguiente:
“…La Directiva de la Asociación Mutualista La Providencia, ha dirigido Memoriales al Presidente de la Republica, General Manuel A. Odría y a su esposa, María Delgado de Odría, pidiéndoles apoyo y la adjudicación de los terrenos…” (La Prensa, 1954: 1)

Como se puede apreciar, el diario La Prensa ofrecerá gran cobertura a esta invasión, llegando inclusive a realizar un mapa en donde se indica la ubicación de “La Ciudad de Dios”. El diario La Prensa del día jueves 30 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:
“…La “Ciudad de Dios” esta ubicada entre los kilómetros 16 y 18 de la carretera a Atocongo y panamericana Sur, formando una extensa faja entre ambas vías, que aparece sombreada en el croquis. En el mismo grafico se puede apreciar la situación de los blancos para las maniobras de las tropas del ejército y los postes de la estación de radio. Los rectángulos marcados con líneas punteadas marcan los innumerables lotes señalados con tiza y con piedras por los invasores, los que han rebasado el kilómetro 16 a ambos lados de la autopista a Atocongo…” (La Prensa, 1954: 2)

La invasión se produjo desde diferentes frentes siendo en su mayoría personas que provenían de otros distritos de Lima, los cuales se habían convertido en tugurios[2] y no permitían una forma de habitación idónea. Otra causa que motivo la invasión de la Ciudad de Dios, fue la migración de personas que desde algunas provincias como Cajamarca, Ancash, Huancayo, Arequipa, entre otras, llegaron a la capital limeña. Algunas de estas personas lograron llegar a las casas de alguno de sus familiares, pero a medida que paso el tiempo, muchas de ellas buscaron conseguir un espacio propio en donde pudiesen vivir junto a sus familias. Por ello la escasez de viviendas terminó siendo el problema mas importante para aquellas personas que años atrás habían llegado a Lima. En ambos casos, la incursión hacia las Pampas de San Juan en los territorios de Atocongo, fue la solución inmediata a sus problemas de vivienda. Algunos de los invasores provenían como se menciono, desde algunos distritos tugurizados, lo cuales inclusive optaron por iniciar el desalojo de estas personas. Así en el diario La Prensa del martes 4 de enero de 1955 se señala lo siguiente:

“…la Asociación de Pobladores de Matute y Mendocita, también ha empezado a instalarse y, en plena pampa, esta comenzando a empadronar a su gente, preparando otra invasión mas en el desierto. Como se recordará, los pobladores de estas barriadas clandestinas de Mendocita y Matute fueron desalojados últimamente por haber invadido propiedades particulares en pleno centro urbano de la ciudad de Lima, habiendo sido reducidos en la actualidad a la décima parte de la zona que antes ocupaban…” (La Prensa, 1954: 2)

Dentro del esquema organizativo de los invasores podemos identificar a aquellas personas que eran parte de una asociación y que a razón de dicha entidad buscaron solucionar su problema de vivienda. Por otro lado, se encuentra la presencia de personas que sin ningún vínculo a estas organizaciones vieron su oportunidad de conseguir un terreno propio, uniéndose a la invasión. Por lo tanto, la forma en como se desarrolló la invasión, fue una mezcla de la organización por parte de las asociaciones y; por otro lado, el oportunismo intempestivo de algunas personas que se unieron a la invasión. Entre las razones que figuran como causas de la invasión el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:

“…nos vimos obligados a invadir estas tierras (…) porque francamente la vida se nos hace imposible a los trabajadores de bajos sueldos en la capital. Estábamos hartos de los callejones en cuyos cuartos oscuros dormimos amontonados unos sobre otros, sin luz y sin aire para nuestros hijos; estábamos desesperados por la continua hostilidad de las nuevas urbanizaciones que avanzan arrojando a las barriadas (…) no podíamos pagar los precios que le piden por los departamentos de los modernos edificios…” (La Prensa, 1954: 2)

LA “CIUDAD DE DIOS”

Tras la invasión realizada el 24 de diciembre de 1954 en las Pampas de San Juan ubicada en los terrenos de Atocongo, los pobladores liderados por “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, iniciarán una serie de conversaciones con el Estado Peruano representado en la figura del General Manuel A. Odría. Los intentos previos de la Asociación para llegar a algún acuerdo con el Estado, fueron desfavorables, lo cual se convirtió en un inconveniente de carácter legal. Sin embargo el problema mayor que sufrieron los invasores será el de la escasez de servicios básicos.

Tras el primer día de invasión, se siguieron dando masivos movimientos de personas que llegaban a instalar su choza a dichos territorios, el diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:

“…En los días que siguieron hasta ayer, las chozas se han ido multiplicando en forma asombrosa. Todo el que quiere, lleva sus palos y sus esteras, levanta su vivienda, traza su lote y planta su bandera…” (La Prensa, 1954: 2)


Un personaje importante a destacar es Alejandro López Agreda, quien fue el Presidente de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” y dirigió toda la invasión hacia las Pampas de San Juan, entablando posteriormente conversaciones con las autoridades del Estado peruano, con el fin de lograr adjudicar los terrenos para los pobladores de la invasión. Como se mencionó, la dirigencia se diferencia de otras invasiones por su carácter organizativo, lo cual permitió encaminar los lineamientos que se proponen al interior de la asociación. Sin embargo, es necesario destacar que hay una serie de estrategias con respecto a conseguir sus objetivos, siendo el principal la búsqueda de la vía legal para el reconocimiento de los terrenos. Así un caso particular es el referido a la instalación del local de la asociación. El diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:

“…el Presidente de la “La Asociación Mutualista La Providencia”, dispone todo, secundado por su Directiva, desde el local de la institución levantado en el centro de la ciudad clandestina, en una choza con techo de tijera y con una bandera peruana mas grande que las demás y en cuya puerta hay un cartelón que dice: “Que viva el General de División Don Manuel A. Odría. Que vivan las autoridades y que viva el pueblo. Viva el Perú…” (La Prensa, 1954: 2)

Podemos apreciar una astuta manera de reconocer el poder del Presidente de la Republica, quien puede ordenar el reconocimiento de dichos terrenos y adjudicárselos a los invasores. Además no solo se centran en la figura del Presidente sino que se incluyen a las “demás autoridades”, que sean pertinentes para la solución del problema de vivienda.

El funcionamiento y organización de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” exige que cada asociado brinde un aporte simbólico semanal, con el fin de solventar los gastos básicos. El diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:
“… cada asociado pagaba dos soles semanales y trece de inscripción “para los gastos generales y el agua”, la que tiene que ser traída en un camión tanque que – según afirmó el mismo Víctor Vera – es de propiedad de la Asociación…” (La Prensa, 1954: 2)

Dentro de la asociación hay un clima de independencia con respecto a lograr sus metas, siendo el carácter organizativo lo mas destacable. En una entrevista realizada a uno de los dirigentes de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 se señala lo siguiente:

“… No queremos nada mas que las tierras, porque nosotros estamos perfectamente organizados para levantar poco a poco, por el sistema cooperativo, nuestras viviendas con todos sus servicios (…) somos una sociedad mutualista de obreros sindicalizados que no oculta ni sus libros, ni sus asambleas, ni sus Estatutos…”(La Prensa, 1954: 1)

Entre los problemas inmediatos que se dieron a raíz de la invasión, están la falta de agua, medio de transporte y la incertidumbre por parte de la población con respecto a si el Estado estuviera comprometido a reconocer o no los terrenos invadidos. El Estado presento dudas al respecto de la procedencia y el tipo de vinculación de los líderes de la Directiva de La Asociación Mutualista “La Providencia de Obreros en General”. El Estado manejó la idea de que esta invasión halla sido propiciada por el Partido Aprista o el Comunismo. Además se presentarán las acusaciones por parte de la Fundación Canevaro y el Ministerio de Guerra. La primera, meses atrás a la invasión había levantado carteles que indicaban que dicha zona seria utilizada para la “Irrigación San Juan” y la “Concesión No Metálica Santa Fe”. La Segunda, argumenta que dicha zona es reconocida desde 1947 para los ejercicios militares de la tropa. Un problema mayor fue la noticia de que el Estado peruano acordó la orden de desalojo[3] de los invasores, dándoles plazo hasta el día lunes 3 de enero de 1955.

La respuesta a estos problemas fue el mostrarse unidos, dándose muestras de que ellos mismos podrían edificar su casa, siempre y cuando el Estado les brinde la autorización respectiva. El diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:
“…Ante la orden que han recibido los 10 000 invasores del desierto de Atocongo y fundadores de la “Ciudad de Dios” para que desalojen esos terrenos en un plazo que concluirá el próximo 3 de enero, el Presidente de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, entidad que agrupa a los invasores, manifiesta que “aunque ellos siempre son obedientes a las disposiciones de las autoridades, no sabrían como acatarlas esta vez, salvó que sean desalojados a la fuerza o que se les señale otro lugar, ya que las 10 000 personas que han levantado sus humildes chozas de esteras en el desierto, no tienen a donde ir…”(La Prensa, 1954: 1)

Por lo tanto, los invasores encabezados por la asociación no mostraron dudas de mantenerse en dichos terrenos y continuaron en el lugar efectuándose algunas conversaciones. Además no hay una posición totalmente cerrada por parte de la asociación, la cual incluso presento algunas disposiciones. el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:
“…López Agreda declara “que ellos no han querido darle ningún problema al Gobierno”, sino muy por el contrario, ayudarlo a resolver el angustioso problema de la vivienda. “No se puede esperar que todo lo haga el Estado” (…) nosotros no queremos ser una carga mas para el Gobierno y sólo pedimos que se nos otorgue esas tierras. Si no es posible que sean entregadas como concesión gratuita, ofrecemos pagar por ellas lo que crea conveniente el Estado…” (La Prensa, 1954: 1)

La solución de la escasez de los productos básicos como la falta de agua será solucionada por parte de la población con una serie de medidas, que van desde el pago semanal para el traslado de agua en camiones hacia la zona o el iniciar algunas perforaciones sobre el suelo a fin de encontrar algún reflujo de agua desde donde los pobladores puedan abastecerse. La falta de medios de comunicación será solucionado por la presencia de unidades de transporte como los ómnibus de la línea Atocongo, que aumentaron su frecuencia de servicio, aunque el problema persistiría, con lo cual aparecieron las unidades de servicio particular “los colectivos”, los cuales llevaran a un promedio de cinco a seis personas por viaje, lo cual no soluciono el problema, ocasionando que muchas personas tengan que caminar grandes distancias.

Con respecto a los reclamos realizados por la Fundación Canevaro y el Ministerio de Guerra, la asociación argumentara en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 lo siguiente:

“…hemos invadido una zona militar, dedicada desde el año 1947, y por Resolución gubernativa, a los ejercicios de la tropa. Pero sabemos que en esta misma zona, también por resoluciones gubernativas, se ha concedido considerables terrenos en propiedad a las sociedades “Pacifico y Ayacucho” y “Villa – María” durante los años 1951 y 1952, respectivamente. Respecto a la Fundación Canevaro, manifiesta que cuando ellos hicieron las averiguaciones correspondientes en el Ministerio de Fomento, les manifestaron que la zona que actualmente ocupa la “Ciudad de Dios” era zona del Estado…” (La Prensa, 1954: 2)


Otro de los problemas que presentaban principalmente la Directiva de "La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, es que el Estado lo vinculaba como una facción del Partido Aprista o a un sector del Comunismo, es decir, el Estado veía vínculos políticos e ideológicos peligrosos en dicha organización. El diario La Prensa del día miércoles 29 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:

“…todo no ha salido a pedir de boca para la “Ciudad de Dios”, pues el Lunes la Directiva fue detenida cerca de 12 horas por la policía, pues fue acusada de “Comunista y Aprista”. Zevallos protesta enérgicamente y afirma que ninguno de sus miembros tiene color político. Felizmente – agrega – esta calumnia ha quedado desvirtuada y la Directiva fue puesta en libertad en la noche del mismo día, merced a las gestiones y averiguaciones exhaustivas que se realizaron…” (La Prensa, 1954: 2)

Mas adelante la Directiva afirmara en razón de dichas acusaciones, que no hay ningún vínculo político y que las medidas tomadas por los habitantes de “La Ciudad de Dios” fueron realizadas a causa del problema de la escasez de vivienda en el país. El diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 señala lo siguiente:

“…Nosotros, los de la directiva, no tenemos color político alguno. Somos sencillamente, trabajadores. Y solo queremos vivir con decencia merced a nuestro propio esfuerzo. Al que lo dude, que examine nuestras vidas y nuestros Estatutos. Y creemos sinceramente que colaboramos con el Gobierno del General Manuel A. Odría, cuando nos ofrecemos espontáneamente a trabajar por edificar nuestras propias casas, a dar todo el esfuerzo material y económico que podemos, para ayudarlo a resolver el problema de la vivienda y, con él, muchos otros problemas…” (La Prensa, 1954: 2)

El problema mayor era la orden de desalojo previsto para el 3 de enero de 1955. Además como se puede apreciar en el texto anterior la presencia de personas a dicha zona se fue incrementando a medida que pasaba el tiempo, lo cual hizo que en tan solo cuatro días después de la invasión, la cantidad de invasores se incrementaría en 1000 personas mas.

“La Asociación Mutualista La Providencia”, bajo la dirección de Alejandro López Agreda por su parte inicio todos los dispositivos legales pertinentes para lograr el reconocimiento de los terrenos por parte del Estado. Para el día lunes 3 de enero, en que se cumplió el plazo establecido por el Estado, un artículo en el diario La Prensa tenía por titulo “Odría Pasó Delante de la “Ciudad de Dios”; Hoy Vence el Plazo Dado para su Desalojo”. Sin embargo gran sorpresa se llevó el Presidente Odría, el cual fue visto como aquel que otorgaría dicho reconocimiento a los terrenos invadidos, siendo ovacionado por la población. El diario La Prensa del día lunes 3 de enero de 1955 señala lo siguiente:

“…Odría y su señora esposa, acompañados por altas autoridades, pasaron por la ciudad clandestina levantada en una noche en el desierto, recibiendo una atronadora ovación de parte de los pobladores que se apostaron a ambos lados de la pista…” (La Prensa, 1955: 1)

Al día siguiente de haber visitado la “Ciudad de Dios”, el Presidente volvió a ir junto a su esposa, lo cual aumentaría la euforia de los habitantes y genero mayores esperanzas en ellos. Una de las primeras victorias de los habitantes de “Ciudad de Dios” fue la noticia que no serian desalojados y por si fuera poco la Directiva fue citada por el Presidente Odría. El diario La Prensa del día martes 4 de enero de 1955 señala lo siguiente:

“…ayer, al vencerse el plazo dado por las autoridades no solo no fueron desalojados los 10 000 pobladores de la “Ciudad de Dios” que tomaron por asalto las pampas de San Juan de Miraflores en la noche de Navidad, sino que su Directiva fue citada para que asista hoy al Palacio de Gobierno a entrevistarse con el Presidente de la Republica General Manuel A. Odría…” (La Prensa, 1955: 1)

Para el día miércoles 5 de enero de 1955, la algarabía se desbordaría. El diario La Prensa pondría en su portada “Otorgarán en Venta Simbólica Terrenos de “Ciudad de Dios”. Parte de dicho articulo expresa que:

“…El Presidente de la Republica General Manuel A. Odría, ha ofrecido otorgar a los 10 000 pobladores de la “Ciudad de Dios”, los terrenos que invadieron éstos en la noche de Navidad, apremiada por el angustioso problema de la vivienda; según manifiesta el Presidente de la Asociación Mutualista de Obreros en General “La Providencia”, - el humilde y casi inválido dirigente de los 10 000 invasores, Alejandro López Agreda – quien fue recibido el día de ayer por el Jefe del Estado en el Palacio de Gobierno.

En dicha entrevista – declara López Agreda – el Primer mandatario les manifestó también a los miembros de la Directiva de la Asociación que preside que el Gobierno instalará en el “Ciudad de Dios” una oficina a cargo del Ministerio de Fomento, con el fin de que urbanice los terrenos y organice la adecuada formación de la población…” (La Prensa, 1955: 1)

Si la invasión de los terrenos de Atocongo fue tan rápida e inesperada, la respuesta desde el Estado lo fue más. Tras haber declinado en su idea de desalojar a los invasores, el Estado ofreció darles los terrenos en venta simbólica[4]. Además tras adoptar dicha posición y de haber mencionado inclusive la instalación de una oficina del Estado en los terrenos invadidos, la población se verá nuevamente sorprendida con el rápido accionar del Estado.


Cabe destacar que los habitantes de “La Ciudad de Dios” a la par de su constante lucha frente a las inclemencias que ofrece el lugar (calor, frío, escasez de recursos, falta de medios de comunicación, etc.) mantuvo firme su voluntad, y esto se ve también reflejado en la fe que tuvieron en todo momento. Así tras la invasión, los pobladores decidieron construir una capilla en donde realizarían una misa. El diario La Prensa del día domingo 2 de enero de 1955, expresa:

“…Uno de los primeros locales que se construye en cualquier ciudad fundada es, indudablemente, el destinado a los ritos religiosos de sus pobladores. Y esto es lo que han hecho los fundadores de “La Ciudad de Dios”: una rustica capilla de cañas tejidas en cuyo altar ha sido colocada una imagen grande de la Virgen de Las Mercedes, envuelta en celofán, y otras pequeñas de la Virgen Maria, San José y el Beato Martín de Porras. Ante este altar y con auditorio tan numeroso que solo tenia por asiento la tibia arena del desierto de Atocongo, el Párroco de Surquillo celebró anteanoche la primera Misa de la “Ciudad de Dios”.

Para llegar hasta la Capilla el sacerdote tuvo que vencer la obstinación de los Guardias Civiles que, apostados en la intersección de la Pista a Atocongo y la Carretera Panamericana Sur, impiden el paso de todo vehiculo que no sean los ómnibus que hacen el servicio entre las canteras de Atocongo y la Capital…” (La Prensa, 1955: 1)

El pueblo en general, tras haber logrado mantener como suya los terrenos de Atocongo menciono que esta invasión será vista como modelo de lucha y sacrificio para lograra vencer el problema de la escasez de vivienda. El diario La Prensa del día jueves 6 de enero de 1955, expresa:

“…Todos los miembros de la Directiva están acordes en afirmar que la Ciudad de Dios que nació - como ellos lo dijeron – “el mismo día en que nació Dios”, ha traído al Perú la oportunidad de solucionar el problema de la vivienda que aflige a millares de millares de familias peruanas, porque lo que se hará con la Ciudad de Dios, - anotan – servirá de modelo “para realizar lo mismo en todas las ciudades del país”…” (La Prensa, 1955: 1)

CONCLUSIONES
- La invasión de “La Ciudad de Dios” tuvo como causa inmediata el problema de la escasez de viviendas ocasionada por las migraciones en la década de 1940 y por la tugurización de algunos distritos y barrios de Lima.
- La presencia de "La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, fue fundamental para la organización de la invasión y el posterior reconocimiento.

[1] Por Mutualismo se tiene la idea de una cooperativa de consumo que redistribuye los ingresos de los trabajadores entre ellos. En: Sulmont, D. 1977. Historia del Movimiento Obrero en el Perú (de 1890 a 1977). Lima: Tarea, Centro de Publicaciones Educativas, p. 22.
[2] Con respecto a la definición de la palabra Tugurio, se menciona que: “el término es una modalidad de crecimiento de la ciudad, diferente de la barriada. El tugurio surge como degeneración de la ciudad; constituye la última etapa de crecimiento de una que anteriormente constituyo una moderna zona residencial o comercial” En: DESCO. 1990. Se busca terreno para próxima barriada. Lima: Centro de estudios y Promoción del Desarrollo, p. 5.

[3] Ver el diario La Prensa. Jueves 30 de diciembre de 1954, p. 1.
[4] Entendemos por esta medida, que el Estado realizó algunos cobros que no fueron cargas excesivas para los pobladores y que posibilitaron la adjudicación de los terrenos en manos de cada poblador.